viernes, 22 de febrero de 2008

A dieta por enésima vez...

Estoy a dieta. Y esta vez va en serio. Ya comenté en una de mis entradas que desde que había dado a luz no había perdido ni uno sólo de los 18 kilos que cogí (sí, una barbaridad, pero el cuerpo me pedía comer a todas horas y no precisamente peras y manzanas). Me ilusioné cuando, durante la lactancia, perdí un montón de peso. Perdía kilos casi por días. Pero mi peque no cogía el suficiente peso con mi pecho y tuve que darle biberón. Fue ahí cuando mi cuerpo se plantó y dijo que no bajaba ni un kilo más. Y de esto hace ya 8 meses.

Así que en los últimos dos meses he probado a hacer dieta por mi cuenta. Muy bien las dos primeras semanas, claro! pero en cuanto se me presenta una oportunidad para pecar, peco. Y me digo... bueno... ya comerás lechuga esta noche, no te mortifiques... y ese día a lo mejor si como lechuga pero otro día peco por otro lado y vuelvo a pecar por la noche y tengo un descontrol de comidas que no se puede aguantar. Así que me he plantado y he decidido ir a una nutricionista para que me ponga una dieta. El hecho de pagar un dinero todas las semanas y de que sea ella la que me pese y, según los resultados, me reprenda o me felicite me motiva y me obliga a no saltarme la dieta cada vez que se me presente la ocasión. Miento si digo que jamás de los jamases me la voy a saltar, qué amargura de vida si no... Pero no día sí, día no.

Es la típica dieta disociada. Para los suertudos que jamás hayan oído hablar de dietas de adelgazamiento (yo es que me las sé todas, toditas, todas) se trata de no mezclar carbohidratos con proteínas. Por lo visto esto es una bomba de relojería para el cuerpo en general y para la gente que tiene tendencia al sobrepeso en particular. Por ahora no me quejo. Como pasta, arroz, legumbres, etc. y ceno pescado, pollo o ternera.
Ya os iré contando. Por ahora, ya me he saltado la primera máxima de toda dieta controlada. NO TE PESES EN CASA. ESPERA A LLEGAR A LA CONSULTA PARA PESARTE. Pues nada... Ayer me pesé en mi casa y había perdido 300 tristes gramos... aghhhhhhhh qué cruz!!!